5 paraísos terrenales donde recuperar el tiempo perdido cuando todo esto acabe
Todo tiene un fin. También esta situación excepcional que nos ha tocado vivir (por imposible que ahora nos parezca). Y entonces, retomaremos nuestro trasiego. Y todas esas listas de cosas por hacer. Y de destinos por descubrir.
Sí, destinos: pueblos, ciudades, países, continentes... porque cuando la rueda empiece a girar de nuevo, los espíritus viajeros volveremos a ponernos en marcha. Con más ganas aún si cabe. Y hay que pensar en qué lugar queremos hacerlo... ¿Maldivas, Mauricio, Zanzíbar?
Pues sí, estos paraísos nos suenan la mar de bien: espacio, naturaleza, desconexión, distanciamiento social... y grandes ofertas para finales de año que ya empiezan a despuntar en el mercado. Sí, justo lo que necesitamos. Lo que necesitaremos después de esta "aventura casera". Así que vamos a ir preparándonos.
Maldivas, donde la realidad supera cualquier expectativa
Unas 1200 islas conforman las Maldivas. Y de ellas, solo 203 están habitadas. Eso significa principalmente una cosa: paz. Porque aquí, como en ningún otro lugar, podrás evadirte como más te guste: en tu villa de ensueño sostenida sobre el agua donde saborear el placer de la soledad y contemplar impresionantes atardeceres; en largas playas donde el agua te llama a gritos y no tendrás que pelearte por encontrar un sitio en la arena; buceando sobre corales y jugando a encontrar dos peces iguales o simplemente paseando descalzo por rincones casi vírgenes y semidesiertos, disfrutando de tu compañía.
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Islas Mauricio, un verdadero Edén
“Mauricio se hizo antes que el cielo y, para hacer el cielo, copiaron Mauricio”. No lo decimos nosotros, sino Mark Twain tras su visita a la isla en 1896. Y no es de extrañar, porque incluso antes de aterrizar, uno ya se da cuenta de que Mauricio es el escenario perfecto para el relax, la desconexión y el deleite de los ojos, la mente, el cuerpo y hasta el alma.
Extensas playas de arena blanca y cocoteros, arrecifes coralinos, templos hindúes y mercados multiétnicos son la carta de presentación de este destino de ensueño. Pero hay mucho más: excursiones a parques nacionales como las Gargantas del Río Negro, hogar de especies endémicas de la isla como el cernícalo; rutas en bicicleta de montaña a cascadas como la de Chamarel o, para los más atrevidos, un vuelo de escasos 90 minutos hasta la remota Isla Rodrigues, un afloramiento volcánico rodeado de una laguna y un arrecife de coral.
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Zanzíbar al ritmo de "Hakuna Matata"Situado en el Océano Índico, frente a las costas de Tanzania, el archipiélago de Zanzíbar se rige básicamente por dos expresiones suajilis. La primera, hakuna matata ("no hay problema" o, en otras palabras, "vive y deja vivir"); y la segunda, pole pole ("con calma"). Con esta filosofía de vida, es más que comprensible por qué este destino está entre los predilectos de aquellos que desean disfrutar de unas vacaciones en mayúsculas.
Y es que la conocida como "isla de las especias" -a la que muchos llegan después de disfrutar de un safari por Kenia o Tanzania- lo tiene todo: playas exóticas como Nungwi, Bwenjuu o Pongwe, un clima ecuatorial perfecto y hoteles para todos los gustos y bolsillos. Otros imprescindibles: visitar Stone Town -cuyo casco antiguo es Patrimonio de la Humanidad- y observar el increíble atardecer desde su puerto; descubrir el Bosque de Jozani para conocer a los monos colobos rojos (actualmente en peligro de extinción); adentrarse en la cultura local visitando lugares menos turísticos como Matemwe, Jambiani o Paje; hacer uno de los "tours de especias" que se ofrecen para averiguar por qué la isla perfuma a cardamomo, vainilla y nuez moscada, o volar escasa media hora para llegar a la cercana isla de Pemba, uno de los destinos de buceo más gratificantes de África.
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Dubái con Maldivas, la mezcla perfecta
Desierto, lujo, glamour, rascacielos imposibles y el mejor de los paraísos. Todo en uno. Combinar Dubái y Maldivas es una opción que cada vez más viajeros consideran.
De las maravillas de las Maldivas ya hemos hablado en la primera parte de este post. Y son muchas. Pero, Dubái tampoco se queda atrás. Puente entre el mundo árabe y occidental, aquí todo es esplendoroso y exorbitante: el edificio más alto del mundo, el centro comercial más grande, el hotel con más estrellas... en esta tierra, los sueños no tienen límites. Y solo por eso, merece la pena descubrirla. Si además, puedes combinar tu visita con una excursión en 4x4 por las dunas del desierto y vivir una mágica noche árabe tradicional bajo un manto de estrellas, la aventura está asegurada.
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Fushifaru, el secreto mejor guardado de las Maldivas
Si después de todo lo que está pasando, buscas un lugar donde perderte, donde alejarte de todo y de todos, ese es Fushifaru. Situada en el atolón Lhaviyani, en una zona marina protegida a unos 35 minutos en hidroavión de Male, esta pequeña isla de las Maldivas es uno de esos lugares donde soñar despierto. Descubrirás playas paradisíacas de aguas cristalinas, tan cristalinas que casi te parecerá una alucinación producida por el jet lag, podrás disfrutar de una de las mejores experiencias de snorkel y buceo de tu vida y, al volver a tu impresionante villa sostenida sobre el agua, experimentarás tal sensación de paz y relax que la panorámica desde tu ventana te parecerá un espejismo. Pero no, todo es real. La vida también puede ser así, aunque solo sea por unos días.
Si sueñas con relajarte en una de las playas de Fushifaru dentro de unos meses, no dejes escapar esta oferta con cancelación gratuita.