Aventura en Perú, el país más rico del mundo
Perú no es solo Machu Picchu. Perú es mucho más. Es desierto y lagos, montañas y volcanes, selvas y ríos, gastronomía y música. Perú es uno de esos mundos donde todavía es posible la aventura.
Y, en ese sentido, Perú es una especie en extinción. Ya no quedan destinos así. Hay muy pocos rincones intactos en el planeta. Puede que a Perú se le conozca más por ser la cuna de las civilizaciones más antiguas, pero su topografía y sus paisajes también son excepcionales. Es una geografía ideal para que vivir experiencias extremas (lo dicho, aventura pura y dura): montañismo y escalada en la cordillera, sandboard en las dunas costeras, canotaje en ríos o trekking en el Camino Inca.
Desde los picos de las montañas heladas de los Andes hasta la insobornable costa desértica del Amazonas y su exuberante selva -la cual representa el 57,6% del territorio peruano y cuenta con uno de los pocos ecosistemas en el planeta que aún mantienen intacta su biodiversidad-, gran parte de Perú es todavía salvaje. De hecho es el segundo país después de Colombia que conserva la mayor variedad de aves del mundo y el tercero en el mundo en cuanto a mamíferos.
Trekking, senderismo y hiking
Llámalo como quieras. Trekking, senderismo, hiking... Todo vale. Es lo mismo. Caminar, caminar y caminar. No hay duda de que es la manera más humana de explorar un país. Con los pies. Como se suele decir, viajar no es alcanzar un destino, sino abrir camino. Esta es la idea. Cuando recorres un terreno, paso a paso, sin prisas, conectas espiritualmente con el paisaje y la naturaleza que te envuelve, descubres algo más que si viajas en coche, o en tren, o en bici, posiblemente estableces un vínculo emocional con el entorno. Y eso siempre te quedará grabado en el recuerdo.
Perú es un destino que provoca esos recuerdos emocionales. Es un destino que ofrece al viajero múltiples rutas para caminar. Si te gusta el trekking, Perú es uno de los destinos con más posibilidades. Porque no solamente está el camino atravesando el antiguo Imperio Inca. Hay muchas otras alternativas. Se pueden atravesar paisajes rodeados de picos nevados, lagunas de color turquesa, o zonas de enorme vegetación en la selva central peruana. Los principales centros de senderismo son Cuzco y Arequipa, en el sur de los Andes, y Huaraz, en el norte.
Una de las rutas más interesantes está en la Cordillera Huayhuash o Cordillera Blanca (llamada así porque sus cimas suelen estar pobladas de nieve), a unos 400 kilómetros al norte de Lima. Es un trekking de altura, y nunca mejor dicho: es la cordillera tropical más alta del planeta con la máxima concentración glaciar (700 glaciares) de todo Perú. Se aconseja hacer este trekking entre mayo y septiembre. Básicamente se trata de coger un bus desde Lima y en unas 8 horas te plantas en el Parque Huaraz, o un avión hasta Anta y luego un bus hasta Huaraz.
Este trekking dura entre cuatro y cinco días, depende de las ganas y el ritmo que se imponga. Tiene unos 60 kilómetros de distancia y conecta Cashapampa (35 km al norte de Caraz), Departamento de Áncash, asciende a Punta Unión (4.760 metros), prosigue en descenso por la maravillosa quebrada de Santa Cruz y sigue su ascensión al campamento de Llamacorral, en Taullipampa. Al paso, se pueden contemplar picos cubiertos de hielo, lagos color esmeralda y entrañables aldeas andinas.
Choquequirao, la verdadera ciudad perdida de los Incas
Esta otra opción sí que es aventura de la buena. No tiene nada que ver con Machu Picchu. Choquequirao en quechua significa "Cuna de Oro" y está situado en la provincia de Cusco. Llegan diariamente 80 personas, cuando a Machu Picchu son más de 2.500. Y es que no llegan turistas, a Choquequirao llegan auténticos aventureros. Es una caminata extenuante, para que engañarnos. Eso sí, la recompensa es brutal: el silencio sepulcral de las misteriosas ruinas de la ciudadela de Choquequirao. Hasta el día de hoy se ha excavado un 30% de la superficie total del yacimiento que abarca más de 1.800 hectáreas.
La travesía se inicia en el pequeño pueblo de Cachora, a lo largo de un precioso sendero – construido en el siglo XIV - para atravesar el cañón de Apurimac, uno de los más profundos del planeta. Las vistas son espeluznantes. Pero es duro. Son cuatro días -hay quien lo hace en tres- de esfuerzo bastante considerable. En los últimos años se está poniendo de moda y hay en proyecto para construir un tranvía que traslade diariamente a 3.000 visitantes. ¡Descúbrelo antes de que deje de ser un secreto!
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