Consejos para preparar un viaje a Mallorca
Poco se puede decir de Mallorca que no se haya dicho mil veces. Es una de las islas más bonitas. De hecho, uno de los destinos más apetecibles del mundo. Y no solo por sus archiconocidas playas, el clima tan agradable (incluso en invierno), sino por su interior rural, lo bien que se come o por una interesante historia. Y no lo digo yo. Ha sido premiada como la mejor isla de España, la segunda mejor de Europa y la sexta del mundo, según los premios 'Travellers Choice' de Tripadvisor. Mallorca se sitúa por delante de islas como la tailandesa Phuket, Bora Bora o la brasileña Fernando de Noronha. No importa si viajas un día, tres, o dos semanas, la cuestión es aprovechar el tiempo lo mejor posible.
Lo primero: dónde alojarse en Mallorca y cómo llegar
Como siempre, lo primero de todo es llegar. Y claro, solo puede ser por mar o por aire. Lo más aconsejable, rápido y práctico es comprar un billete de avión y aterrizar en el aeropuerto internacional Son Sant Joan. Lógicamente hay mucho tráfico de vuelos lowcost entre la península y las Baleares. Y sobre todo a Palma de Mallorca, que es uno de los aeropuertos de España con más tráfico aéreo.
Otra alternativa, aún más cómoda, es comprarte un paquete de vuelo + hotel y, en una sola reserva, tendrás todo hecho. Aquí encontrarás algunas opciones tanto para Mallorca como para el resto de Islas Baleares.
Pasear por el casco histórico
Una vez en Palma, hay que darse una vuelta por la capital. Es imprescindible. Es una ciudad que atrapa. Hay muchas que ver. El centro de la ciudad es un conjunto de calles estrechas que se pierden entre los muros de antiguas edificaciones. Al pasear entre sus callejuelas, el visitante puede respirar su historia y cultura al instante: la impresionante Catedral gótica –hay que destacar que Gaudí dirigió las reformas de la Catedral a principios del s.XX y que su estilo se ve en muchos detalles del interior–, la Lonja de los mercaderes, la Amudaina y el Castell de Bellver. Para conocer bien Palma, es fundamental caminar. Vale la pena alcanzar la Plaza Mayor a través de sus calles, donde se ocultan palacetes y varios patios construidos entre el siglo XV y el XVII, verdaderos testigos emblemáticos de la arquitectura civil de la ciudad.
Las mejores calas de la isla
No se le escapa a nadie que Mallorca es una isla y que su costa cuenta con más de 300 calas y playas. Es complicado decir cuáles son las mejores. Dependerá de lo que busques. Hay de arena blanca, de piedras, familiares, salvajes, nudistas, para practicar el surf, para puestas de sol… Está claro que en Mallorca hay playas para todos los gustos. Pero si tuviera que elegir una, en la parte oeste de la isla, en el corazón de la Sierra de Tramontana, escondida entre enormes acantilados y un bosque encontraréis Cala Deià (foto principal). Cuenta con piscinas naturales (ideal para viajar con niños) y el agua es cristalina (y no es un decir). Una pasada.
La Serra de Tramuntana
Como comentaba antes, Mallorca es una isla esencialmente montañosa. Por eso no hay que obsesionarse solo con tumbarse en su playas y olvidarse de todo. Hay que vivirla. Y para eso hay que mirar hacia el norte: a la Serra de Tramontana, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. No es solo por explorar la naturaleza de la isla, ni por los espectaculares paisajes, sino porque en este tramo de 83 kilómetros que va desde Andratx a Pollença –de poniente a levante– se puede palpar la historia más auténtica de Mallorca. Es cultura, arquitectura, son costumbres. El olor a romero, el vuelo del Buitre Negro, los encinares y los pinos, los pueblecitos como Biniaraix, Binibassí o Deià, las calas salvajes, los muretes de piedra seca, los acantilados cubiertos de verde que se hunden en aguas turquesas del Mediterráneo... Te quedas hipnotizado.
Qué comer en Mallorca
La gastronomía en las islas Baleares, y en especial Mallorca, tiene una gran variedad de posibilidades. Para empezar tienen la icónica ensaimada (del catalán ensaïmada, de saïm, manteca de cerdo). Nadie se va de la isla sin una ensaimada bajo el brazo. Existen todo tipo de rellenos (crema, chocolate y hasta sobrasada, otro de los productos deliciosos de la isla). El frit mallorquí, la leche de almendra, los bunyols, la coca de verduras o los robiols son otras delicias mallorquinas. Y si hablamos de platos con tradición, no podemos olvidarnos del pa amb oli o el tumbet, ese delicioso plato elaborado con patatas, berenjenas y tomates. Ah, y en cuanto al vino, hay que mencionar lo mucho que ha evolucionado en los últimos años (hay cerca de 70 bodegas). Una de las rutas, catas y degustaciones con más fama es la de Binissalem, entre Santa María del Camí y Santa Eugenia.
Ruta por un interior auténtico
Antiguamente casi ningún mallorquín iba a la playa en verano. Como mucho los pescadores, que en realidad lo hacían para ganarse la vida. Antes Mallorca era una isla de interiores. La vida de Mallorca se desplegaba en el ambiente rural de las casas o possessions, la de los campos de olivos, los senderos empedrados (Los camins de pedra en sec), la de los huertos, la sobrasada, las bestias... para explorar esta otra Mallorca es recomendable coger un coche y hacer una ruta por sus pueblecitos. Si tuviera que destacar cinco de estos pueblos para visitar sí o sí serían Valledemossa, Ariany, Orient, Esporles y Capdepera.
Excursión en barco Sa Dragonera
Uno de los consejos más importante si uno viaja a Mallorca es ver la isla desde el mar. Y para eso hay que subirse a un barco, claro. El que sea, vale la pena, un velero, catamarán, o bien en lancha... es la forma más espectacular de conocer Mallorca. Por ejemplo, mi sugerencia sería coger un barco en Andratx y navegar hasta el islote de sa Dragonera, que está a 700 metros de la costa oeste. Se cree que su nombre procede de Traco-traconis (traconaria, Dragonera). Significa "hendidura en la tierra, pasos subterráneos" haciendo referencia a la hendidura con agua dulce en una cueva de la isla, y no, como se suele pensar, a "Dragones" (nombre que se da a las lagartijas en Baleares). Esta tierra fue bandera y símbolo de los primeros movimientos ecologistas en los años 70. Ahora es un pequeño paraíso.
Puesta de sol en Sa Foradada
Para ponerle la guinda a tu viaje a Mallorca, te recomiendo acercarte al chiringuito Mirador de sa Foradada, en Deià, en el kilómetro 65 de la carretera de Valldemossa, y gozar de una de las puestas de sol más románticas que existen. Sa Foradada es una roca que se adentra en el mar y que tiene un pequeño agujero. A veces, cuando el sol se oculta, los últimos rayos se filtran produciendo un efecto curiosísimo. Aparte de eso, es un sitio donde se puede tomar alguna tapa, se sirven mojitos y se pincha música hasta bien entrada la noche. Es el mejor remate final.