Por qué vale la pena ir un fin de semana a Oporto
Muchos socios de Travelzoo nos preguntan “¿Dónde podemos escaparnos el próximo fin de semana?”. La verdad es que hay tantas opciones para elegir que a veces nos bloqueamos. La idea es decantarse por una escapada con encanto, sí, pero, calculando que contaremos únicamente con dos o tres días máximo (un fin de semana), por lo que:
- No debería estar muy lejos
- No debe ser un destino con un tamaño excesivamente grande para que no nos quedemos a medias
Teniendo en cuenta estas condiciones, nuestros vecinos portugueses son una sabia elección. El sur de Portugal y el Algarve son una maravilla, la capital Lisboa es una de las ciudades más entrañables de Europa, o un viaje a Madeira, pura naturaleza... pero también está Oporto, algo menos conocida pero un destino ideal para irse de fin de semana. A continuación te explicamos por qué con 11 motivos.
1. Es como estar en casa
Portugal está pegado a España. Somos vecinos. Y viajar a Portugal siempre es una magnífica elección. Así que si buscas una escapada rápida, seguramente sea la elección más inteligente. Entre Vigo y Oporto hay 120 kilómetros de distancia en coche o en bus, desde Madrid unos 420 km y desde Sevilla unos 600 km. En total son unas 3 o 4 horas de viaje. Pero si no es por carretera, a Oporto se puede llegar de todas las maneras imaginables: en avión (y con vuelos baratos), en tren o incluso navegando por el río Duero.
2. Es una ciudad pequeña y práctica
Cuando cuentas con poco tiempo, lo normal es escoger un lugar de un tamaño razonable, ya que si viajamos a una gran ciudad corremos el riesgo de quedarnos con muchas visitas pendientes. Además, el objetivo es ir sin estrés. Por otro lado, recordemos que Portugal fue elegido como el mejor destino del mundo a principios de 2019. Ahí es donde Oporto entra en acción.
Como decíamos, en dos o tres días puedes llegar a conocerla bastante bien. La ciudad goza de un emplazamiento inmejorable en la ribera del Duero, en la desembocadura al océano Atlántico. Se trata de una de esas ciudades en las que es difícil perderse. Para orientarte solo tienes que fijarte en el mar y el río. En la parte norte de la ribera del Duero está el casco histórico, y al otro lado (zona izquierda mirando hacia el mar), Vila Nova de Gaia, una pequeña ciudad distinta de Oporto pero por la que hay que pasear sí o sí, pues allí se encuentran las famosas bodegas de vino.
3. Es un destino económico
Si la comparamos con otras escapadas europeas, los viajes a Portugal son muy baratos y, Oporto, es especialmente una opción muy económica. Y también, desde luego, si lo comparamos con la mayoría de ciudades españolas. De entrada, a la hora de coger un avión hasta allí, existe abundante disponibilidad de tarifas low cost. Una vez en Oporto, el alojamiento en el centro es asequible y hay hoteles de 3 y 4 estrellas muy bien valorados con una excelente relación calidad-precio. Por último, pero no menos importante, se come de fábula y a unos precios muy interesantes: por ejemplo, una comida con vino, entrante, platos principales y postre se acerca a los 20€ en restaurantes de calidad medio-alta. Por otro lado existe la posibilidad de comer más barato con menús de hasta 5€.
Oferta flash: por cierto, si buscas hotel en Oporto, esta oferta desde tan solo 89€ por noche con cata de vinos para 2 te irá como anillo al dedo.
Eso sí, si finalmente decides viajar en coche y además encaja en tus planes, te sugerimos esta ruta para subir desde el Algarve hasta Oporto pasando por algunas de las mejores playas del país.
4. Probar la francesinha
Ya lo comentábamos: en Oporto se come fenomenal y además barato. Uno de los platos más emblemáticos de la cocina portuense es una especie de bocadillo llamado francesinha. Probablemente, dada su contundencia hipercalórica (está rellena de embutidos y carne, y recubierta de queso y salsa picante de cerveza y tomate), es más aconsejable probarla al mediodía, pero para aquellos que quieran iniciar la jornada con energía, la francesinha puede ser una suculenta manera de hacerlo. Te sugerimos probar una de las mejores de la ciudad en el Café Santiago.
5. Paseo por el centro histórico
Para conocer la parte histórica no hay que planificarse ni ser muy ambicioso. Simplemente déjate llevar y disfruta de su historia, su cultura y su magnetismo. El casco antiguo de Oporto fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1996. Te sugerimos partir desde la Rua Santa Catarina y Plaza de la Libertad, en la parte alta, e ir bajando despacio hasta la Ribeira. Sin prisa, sin pausa, aspirando el aire melancólico, decadente y genuino de Oporto. Hermosas iglesias, restaurantes tradicionales, tiendas antiguas, monumentos... Y para los que no quieran caminar, que se apunten al breve recorrido del tranvía 22, que sale de la Iglesia do Carmo (en la Plaza de la Cordoaria) y llega hasta la Plaza de la Batalla, o viceversa, ahorrándote una exigente subida.
6. Veinte mil azulejos
La cerámica viste las fachadas de la ciudad desde el reinado de Manuel I de Portugal, quien los trajo de Sevilla en el siglo XV. Por eso, al pasear por sus callejones, hay que mirar a lo alto y no dejarse engañar por la apariencia algo vieja y de dejadez. Mirar la ciudad es un placer para la vista. Son todo colores. Tal vez el ejemplo más bonito es el de la estación de ferrocarril São Bento, construida a comienzos del siglo XX: su vestíbulo exhibe 20.000 azulejos que representan momentos históricos de Portugal y convierten esta estación en una de las más espectaculares de nuestro planeta.
7. La librería más famosa del mundo
En el corazón de Oporto se erige una librería con 114 años de antigüedad. La Livraria Lello es uno de los edificios más conocidos de Portugal desde que la escritora inglesa J.K. Rowling, que vivió allí a principios de los 90, encontrara parte de su inspiración para narrar la saga del archiconocido mago Harry Potter. Además de lo bonita que es la fachada de estilo neogótico, su interior es fantasía pura: decoraciones de madera tallada, vidrieras de colores azul, rojo y dorado, las estanterías repletas de libros y la curiosa escalera central escarlata. Debido a la gran afluencia de gente en los últimos años, se paga entrada.
8. La Torre de los Clérigos
Ya que estamos en el centro, un plan estupendo es ascender por los 225 escalones hasta los 76 metros de altura de la Torre de los Clérigos. Las vistas del Duero y Gaia son inmejorables. Es un recuerdo imborrable de este viaje. Aseguran que los antiguos navegantes la avistaban desde el Duero y les ayudaba a orientarse. Fue construida en estilo barroco portugués por un arquitecto italiano con materiales tales como el mármol y el granito.
9. Gastronomía portuense
No vamos a negar que el producto rey de los restaurantes de Oporto es el bacalao. Sin duda tienes que probarlo en cualquiera de sus mil formas, aunque a la brasa —a brás— es la forma más tradicional. Tampoco pueden faltar el caldo verde y la lubina. Sin embargo, por encima de todo, hay un plato muy típico que no te puedes perder si quieres conocer a fondo el espíritu de los portuenses. Nos referimos a las tripas a moda do Porto. Son una especie de callos a la portuguesa. Se sirven con jamón, chorizo, ternera, pollo y oreja de cerdo. Como curiosidad, a los habitantes de Oporto se les llama tripeiros por su relación con este tipo de cocina y por haber inventado este plato tan sabroso.
10. Un paseo por el Duero
Una vez llegas al río, tras apreciar las formidables vistas, es aconsejable darle una oportunidad al “crucero de los 6 puentes”, que te conduce hasta la desembocadura del Atlántico. Los tickets los puedes conseguir en la Plaza de la Ribeira, cuyo coste, dependiendo lo que te interese (por ejemplo, hay uno con cena) parte de los 10€ por persona. Lo cierto es que te aporta una visión muy particular de la ciudad y te permite contemplar los monumentos principales de Oporto. Pasas bajo el Puente del Infante D. Henrique, el de María Pía, el de São João, el de Freixo, el de Arrábida y el Don Luis I, que es exactamente el recorrido que hacían las antiguas embarcaciones (los rabelos) cuando cargaban los toneles de vino desde la ciudad a otros lugares; de ahí que esa sea la ubicación de las bodegas.
11. Catar el Oporto
Aunque es una actividad muy turística, es el alma de la ciudad. Y hay que catarla. Gracias a su vino y a los comerciantes, Oporto se convirtió en lo que es hoy. En el s. XVII los ingleses, debido a las guerras con Francia, tenían problemas para importar los vinos de Burdeos. Se aficionaron así a los portugueses, pero para aguantar la travesía del Atlántico, les añadieron aguardiente. Y así nació el Oporto. De hecho, la tradicional industria vinícola se halla al otro lado del Duero, en Vila Nova de Gaia, donde se alinean las bodegas más importantes, originales del siglo XVII. Para llegar a ellas, cruza uno de los símbolos de la ciudad: el puente de Don Luis I, construido por un discípulo del arquitecto Eiffel. Una vez allí, las cuatro bodegas principales son Taylor's, Sandeman, Graham's y Cálem. Una cata puede costarte desde los 5€ y te llevarás un buen sabor de boca.